Nuestra luz brilla más cuando nos cuidamos: Emociones que nos frenan y cómo superarlas
Las emociones juegan un papel fundamental en nuestra vida diaria. Aunque muchas veces las vemos como simples reacciones pasajeras, lo cierto es que influyen en nuestras decisiones, en nuestra relación con el autocuidado y en cómo nos permitimos (o no) disfrutar de las cosas. Sin darnos cuenta, la culpa, el autosabotaje y la autoexigencia pueden convertirse en barreras invisibles que nos impiden hacer algo tan básico como cuidar de nosotras mismas.
La culpa: el peso de lo que “deberíamos” hacer
La culpa es una emoción compleja. En su forma más sana, nos ayuda a ser conscientes del impacto de nuestras acciones en los demás. Pero cuando se convierte en un freno constante, nos impide disfrutar del descanso y el autocuidado sin sentir que estamos fallando en algo más.
Se cuela en nuestra mente con frases como:
• “No puedo hacer esto para mí, hay cosas más importantes en las que debería gastar tiempo y dinero.”
• “Si me tomo un momento para mí, estoy siendo egoísta.”
• “No puedo justificar hacer algo solo por placer, siempre hay algo más urgente.”
Cuando dejamos que la culpa tome el control, postergamos lo que nos hace bien, creyendo que siempre hay otra persona o tarea más importante que atender.
El autosabotaje: el miedo disfrazado de excusa
El autosabotaje es esa pequeña voz interna que nos recuerda todas las veces que algo no salió como esperábamos. Nos convence de que no vale la pena intentarlo porque “seguro no va a funcionar” o porque “no somos lo suficientemente buenas”.
Aparece con pensamientos como:
• “¿Para qué voy a hacer esto si lo más probable es que lo deje botado?”
• “No tiene sentido intentarlo, no me va a salir bien.”
• “No soy buena en esto, así que mejor ni lo empiezo.”
Nos mantiene en una zona de confort, evitando que tomemos riesgos, pero también nos limita de nuevas experiencias que podrían hacernos bien.
La autoexigencia: el estándar imposible de alcanzar
La autoexigencia no es solo querer hacer las cosas bien, sino la creencia de que todo lo que hacemos debe ser perfecto, productivo y útil. Nos hace sentir que, si algo no tiene un beneficio tangible, entonces no vale la pena hacerlo.
Nos presiona con frases como:
• “Si voy a hacer esto, tiene que servirme para algo.”
• “Si voy a gastar dinero en esto, mejor que tenga una utilidad clara.”
• “No puedo perder el tiempo en algo solo por entretención, necesito que tenga un propósito.”
El problema con la autoexigencia es que nunca es suficiente. Siempre habrá un estándar más alto, un perfeccionismo que nos impida disfrutar el proceso sin presionarnos por el resultado.
El autocuidado: la voz que nos recuerda que también podemos disfrutar
El autocuidado no es solo “darse un gusto”, sino aprender a escucharnos, a darnos permiso para hacer cosas que nos hacen bien sin sentir que necesitamos una justificación. Es el equilibrio entre el deber y el placer, entre la responsabilidad y el descanso.
Muchas veces, cuando queremos hacer algo por nosotras, la culpa, el autosabotaje y la autoexigencia aparecen para frenarnos. Nos dicen que hay cosas más importantes, que no vale la pena intentarlo o que, si lo hacemos, tiene que ser perfecto. Pero, ¿qué pasaría si simplemente nos diéramos permiso de hacer algo porque sí?
Cómo empezar a cambiar esta relación con nuestras emociones
• Reconocerlas: No se trata de eliminarlas, sino de entender cuándo nos están ayudando y cuándo nos están limitando.
• Cuestionarlas: Preguntarnos si realmente necesitamos cumplir con esas exigencias o si solo son creencias que hemos aprendido con el tiempo.
• Darnos permiso: Aceptar que el descanso y el disfrute también son necesarios y no necesitan una justificación más allá de que nos hacen bien.
Si alguna vez has sentido que la culpa, el autosabotaje o la autoexigencia te impiden hacer algo por ti, el Taller “Mujer, fuego y emociones” es un espacio diseñado para ayudarte a trabajar esas emociones desde el autocuidado y el bienestar.
Este taller será el 8 de marzo de 10am a 13 pm y está diseñado como una experiencia para aprender a reconocer estas emociones, transformar su impacto y conectar con nosotras mismas a través de un proceso simbólico: crear una vela como recordatorio de nuestro derecho a cuidarnos sin culpa.
Te dejo la invitación, aquí puedes encontrar más información y reservar tu cupo, hay solo 10 disponibles.
Si tienes cualquier duda, puedes preguntarme por el chat o por instagram: @amaru.skincare
¡Nos vemos ahí! ✨
Comments